Creo que La
Mezcla, novela de Francisco Aranda, la compré en una librería de viejo, en
los años ochenta, una que estaba en la planta baja de un edificio porfiriano de
la avenida México-Tacuba, casi esquina con la plazoleta de San Fernando, en la
ciudad de México. Me parece que esa librería ya no existe; en su lugar hay una
farmacia.
La novela
arranca con un diálogo entre Ricardo, el protagonista, y el oficial de una
comisaría. Ricardo ha sido detenido, junto con otros señores, porque la policía
lo encontró en el interior de los baños del “subte”. La característica de estos
baños es que es frecuentado por “invertidos”. Ricardo trata de convencer a la
policía que él sólo había entrado al baño a hacer de la pis, pero es inútil. No
le creen y queda detenido. Ricardo entonces piensa en su bebé, en su esposa,
¡en sus suegros! ¿Con qué cara los mirará cuando se enteren que él es un
“degenerado”? Ricardo sufre y se quisiera morir. Es el invierno de 1968, en la ciudad
de Buenos Aires.
En capítulo
segundo empieza con un flashback que abarcará casi toda la novela: La infancia
de Ricardo no fue fácil en el pueblo de Tupaqué. Las condiciones en las que
vivieron él y sus cinco hermanos fueron de extrema pobreza. A los ocho años de
edad, Ricardo se acostaba con un vecinito cuatro años mayor que él. La madre
sospecha de esos encuentros raros entre el vecinito y su hijo. Los amigos de
Ricardo se enteran y lo hacen objeto de escarnio. Ricardo se vuelve un
adolescente tímido y atormentado. Harto del ambiente hostil de su pueblo y
después del fracaso amoroso con una jovencita, emigra a la capital argentina
donde conoce a una chica y se casan y procrean un bebé. Pero el deseo es
cabrón. Ricardo no tiene sosiego, y vuelve a las andadas y a sus consecuentes
mortificaciones.
Las doscientas veintidós páginas del libro se leen de una sentada gracias a la prosa sencilla, exenta de
malabarismos sintácticos. Con un lenguaje llano, Aranda nos habla de las
tribulaciones del joven Ricardo cuya preferencia sexual lo obliga a vivir una
doble moral para sobrevivir en una sociedad heterosexista del Buenos Aires de
los sesenta. El lector acaba con el corazón estrujado ante la decisión última
del protagonista.
En el colofón
se lee que La Mezcla se imprimió en 1979. El mismo año en que salió El vampiro de la colonia Roma cuyo protagonista, Adonis Gracía,
también ligaba en los baños públicos de una ciudad de México de moral mocha
todavía. Pero Adonis, a diferencia de Ricardo, ejercía su homosexualidad con
harto placer y desparpajo.
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