EL NEGATIVO DE LOS ENSUEÑOS

Con una vida rápida y fácil, Bonita Malacón fue reina de belleza, actriz de cine y televisión, esposa de Bulmaro Goring, jefe del cartel del desierto. La estrella tuvo acceso a un mundo cerrado para los habitantes de su tierra, Palma Gorda. Desde esta perspectiva, la primera novela de José Dimayuga hace funcionar a ese “ícono” como un espejo donde su pueblo se proyecta. Su figura se establece como el punto de fuga al que converge la mirada de quienes no tienen salida del “paraíso” terrenal de Palma Gorda. Todos la miran con profunda devoción, envidia, amor parental, admiración… tal es el nudo emocional que da consistencia a la frágil vida loca de esa actriz que cae en a extremos de adicción y soledad.
Un estudiante de comunicación articula el punto de observación cuando llega a Palma Gorda para realizar un reportaje sobre la actriz, protagonista de Los Monstruos del Convento (película que frenaría su muy incipiente carrera). Para filmar el reportaje entrevista a Pedro Isabel, Maya y Esther Adraca, los fieles sirvientes Odilón Romero y Zozima Tapia, quien fuera la nana de la actriz; Dora Cienfuegos, la amiga envidiosa. En las entrelíneas de las declaraciones de estos personajes asoman frustraciones, sueños y tensiones de la vida de su cotidiano infierno. Destaca la imposibilidad de los palmagordeños para asumir y contar su propia historia cuyos detalles son delatados ante la cámara por sus rivales. El pueblo chico resulta ser un paraíso en el que en un momento dado, pueden refugiarse Bonita y sus amigos, lugar ideal de fin de semana; pero un gran infierno para los nativos confrontados a la banalidad cotidiana.

A Bonita se le examina desde todos los puntos de vista en la novela de Dimayuga. En cada uno de ellos, se reproduce el mismo fenómeno del flash que rebota en una superficie reflejante e impide apreciar el retrato. A pesar de su transparencia, a fin de cuentas, los palmagordeños transforman a Bonita en un enigma que se niegan a descifrar. ¿Por qué no mantuvo las relaciones con sus amigos de los medios?; ¿por qué no continuó con su carrera artística?, ¿por qué tales excesos? ¿Por qué termina fuera de control casi en la locura, en los últimos grados de la adicción, cazada por el operativo federal en medio del desierto? De hecho, su vida perdió el norte.

En contraste con la cotidianeidad sin acontecimientos de los palmagordeños, la de Bonita fue una carrera desaforada hacia ningún lado. Una personalidad que se quiebra ante la incapacidad de soportar los enormes montos de goce que de pronto descubre, en los que paulatinamente se hunde. Golpeada, perdida en medio de la carretera, humillada, perseguida, ajena a la realidad, incapaz de articular una palabra, su vida toma una trayectoria de la que ya no hay vuelta posible, a donde nadie la puede seguir. De ella sólo quedan las ruinas del Castillo, la casa que cuidarán y defenderán sus sirvientes y un rompecabezas que armará sin dificultad un estudiante para acreditar una materia.

Pedro Isabel no podrá formar parte del mundo de las estrellas de cine, entrar al hall de la fama con que sueña. La naturaleza de sus intentos desesperados, sus proyectos absurdos retratan tanto su tenacidad como su vocación por el fracaso: desde su niñez cuando se aferró a un actor de cine (visitaba Palma Gorda como miembro de una caravana) para que éste lo adoptara como hijo; o se lo llevara como sirviente; o como empresario local que concibe el proyecto de hacer un museo a Bonita Malacón, la para él es legendaria reina de la belleza, y fue actriz secundaria de cine y TV, currículo que constituye lo más grande y sonado que haya dado Palma Gorda a la historia (¡qué terrible que el entusiasmo pueda llegar a marcar las fronteras de inanidad de manera tan contundente!). Sus afanes por construir un mito, parecen ser el único pasaporte para acceder a un mundo anhelado del que siempre estará separado. Ello es índice de la capitulación final que se aproxima para él. Lo único tangible es su bar, la Chabelis; el único tesoro son los recuerdos de un hombre que ya ha entrado en la recta final y lucha por salir del paraíso periférico en el que le tocó y eligió vivir. A fin de cuentas Bonita es un manto que oculta la inanidad de quien la ensalza: tanto más gris en la medida del entusiasmo.

¿Qué es y dónde está Palma Gorda? Un lugar pequeño, al margen de la metrópoli y de la Playa, lejos de la capital estatal, del barullo social y de los centros donde se toman decisiones políticas o culturales, donde no hay cambios. Es en el margen donde se producen sueños y fantasías; el único sitio donde todavía hay certidumbre de que la vida pasa en otra parte, o es mejor en algún sitio remoto.

En la ficticia cinta "Los monstruos del convento" se percibe la influencia de El Beso de la mujer araña de Manuel Puig y los acentos del cine de Almodóvar. ¿Y qué fue de Bonita Malacón? demuestra de esta forma la articulación de una cultura internacional gay, desde el margen (margen de la gaydad, periferia de Palma Gorda), se constituye otra forma de circulación de la cultura canónica, metropolitana, global.

El flujo de la oralidad, el flujo del ensueño, que no de conciencia, se presenta como posibilidad para expresar los afanes e ideales, la posibilidad de hablar ante los medios, ante un micrófono. ¿Y qué fue de Bonita Malacón? toma cuerpo como una serie de entrevistas. La estrategia del reportaje ficticio para construir a un remedo de mito, permite hacer un puñado de calas en personajes que pintan sus ambiciones y frustraciones. En Palma Gorda no hay una instancia imaginaria nativa que se pueda constituir para relatar la vida de una fugaz estrella de segundo plano y la corte de miserables del pueblo que la rodearon y que son los únicos fans sinceros de la actriz. Tiene que venir alguien desde fuera, un estudiante, porque el supuesto mito no alcanza para movilizar a los medios. Resulta dramático cuando elaboran el recuento de sus haberes:


Yo, material sobre Bonita, tengo hasta pa’ botar p’arriba: vestidos, bueno, dos vestidos, el cetro de cuando ganó en el kínder, cartas de amor y resquemor, artículos de periódico, fotos… (p. 83)


Y develan su estrategia para lograr el mentado museo:


Quiero hacer un museo… yo me aviento a pedirle al presidente municipal que abogue por mí ante el gobernador; es decir, que le pida lana para convertir en museo lo que fue la casa de Bonita Malacón… con foquitos de colores en la entrada que diga: Gran Museo Bonita Malacón. Porque va a ser un gran Museo; no chingaderas. Y la calle que sube al Castillo que se llame Gran Vía Bonita Malacón… (p. 81)


Mientras tanto, Maya y Esther Andraca cuentan la historia de Pedro Isabel puesto que los personajes no pueden asumir el relato de su historia.

Palma Gorda es un lugar donde la diversidad sexual es vivida de una manera abierta. Cada familia tiene a un ser querido gay o que ha tenido tórridas aventuras homosexuales. Una sociedad particularmente cerrada y al mismo tiempo permisiva, profundamente mocha y clasista. Unos se aferran a Bonita desde su niñez, otros a su imagen que se desbarata. Vida paralela en negativo, Bonita los arrastra a todos hacia el punto de goce extremo, insostenible e intolerable.

Sin duda se ha producido un cambio en la narrativa gay que ha dejado de centrarse en el develamiento de una sexualidad. Ahora una relación lésbica puede ser perfectamente un episodio de la vida de una artista; mientras se establecen dos vidas gay la de Pedro Isabel y el hijo de los sirvientes. El primero abre una cantina; el segundo sale a vivir a Los Ángeles. Con las carencias de uno y la estabilidad emocional del segundo se presentan dos desenlaces de personajes gay que provienen de clase popular. Ni los padres ven en ello el fin del universo, ni la sociedad se lanza a quemar vivo al gay con el pretexto de que pone en peligro a la sociedad y al universo. Aunque el terreno ganado se puede perder si se baja la guardia, ya estamos frente a una sociedad menos siniestra. (Por Antonio Marquet. Tomado de Muyatractivo.com)