(Tomás Carrera y Leonardo Cuesta.)
La pesadilla de una noche de verano fue representada por la actriz Malena Steiner y los actores Leonardo Cuesta y Tomás Carrera
Por Óscar Ricardo Muñoz Cano
Poco menos de una hora le tomó a la actriz Malena Steiner para dejar en claro que es capaz de caerle mal a sus compañeros de trabajo mientras hacía reír al público que la vio actuar en el estreno de La pesadilla de una noche de verano, la noche de este viernes en la sala de usos múltiples Luis Zapata del Centro Cultural Domingo Soler.En su papel de Marina Osorio, una diva de la actuación entrada en años y en carnes, y amante de los colores fiusha, que se hizo acompañar de los actores Leonardo Cuesta como Godwin, y Tomás Carrera como el director sin nombre de esta farsa, intentó escenificar un fragmento de El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, pero sin lograrlo debido a que ella, Marina, no conseguía por distintas causas sacar adelante el ensayo de una escena donde tiene que volar.Su director, José Dimayuga, escribió con anterioridad que la historia le gustaba porque “era corta; abordaba la metatrealidad (el teatro dentro del teatro), y el personaje femenino era como los que me gustan: una mujer entrada en años, ruca y diva del teatro. No pensé en montarla pronto, pero en cuanto me trasladé a Acapulco acaricié la idea y finalmente se hizo realidad cuando se lo mostré a Malena Steiner. Le gustó y remontamos el vuelo, cual Óberon y Puck, por este maravilloso texto”.La obra en un acto del escritor Óscar Liera se presentó ante un foro lleno con un montaje sobrio, sencillo y justamente iluminado, pero donde el grupo de teatristas colmó el escenario con actuaciones delirantes debido a que la escena a representar (el asunto de la metateatralidad) no salía, poniendo a prueba la paciencia de quienes pretendieron actuar al lado de Marina, quien con las más absurdas excusas, coartadas y subterfugios impedía que se desarrollara el ensayo, al tiempo que el público no paraba de reírse.Al desesperar a su director y a Godwin ambos terminaron por matarla. Sin embargo, mientras festejaban y se regocijaban por haber acabado por fin con esta pesadilla, Marina se levantó para seguir hablando sin parar.La música no podía faltar en la obra y en este caso se pasó desde la añeja Concorde de 1975 del francés Frank Pourcel, para retratar aún más lo añejo de esta primera actriz, hasta llegar al ochentero Vuela vuela del grupo Magneto pero acompañadas de movimiento, sonido y demás elementos que se conjugaron en el escenario y volviéndose parte de un engranaje preciso.En este intento absurdo, del dramaturgo Óscar Liera, se nos presentó además una reflexión acerca del papel del teatro para buscar eliminar nuestras fobias y ridiculizar el ego, ese monstruo que llevamos dentro.
Al final de la obra, Dimayuga agradeció la labor de los actores, de la gente de la producción que lo ayudó así como de la Dirección de Cultura de Acapulco para después, ofrecer un cocktel.
(Nota publicada el 15 de octubre de 2013, periódico El Sur. Acapulco, Gro.)
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