TITO


De las veces que he visto a Tito Vasconcelos, dos de ellas quiero destacar: La primera vez que vi una obra con temática gay fue Y sin embargo se mueven, en la cual él actuaba; y mi primer texto dramático que escribí él la produjo y actuó. A continuación, refiero las dos anécdotas.
La obra de teatro Y sin embargo se mueven (1980) la fui a ver con un amigo del CCH: Chalío León. Chalío y yo estábamos recién saliditos del clóset y a nuestros oídos llegó el rumor de que había, en un teatro de la UNAM, un montaje sobre el tema homosexual. Mi amigo y yo nos armamos de valor y nos dirigimos hacia Avenida Chapultepec, calle donde se encontraba el teatro. La obra estaba armada por sketches. En ella se planteaban problemas con los que se enfrentaba la población homosexual del D. F. No era una obra lacrimógena sino festiva, a la manera de Brecht; había música, bailes y canciones. Chalío y yo nos sentamos en la primera fila del teatro. Recuerdo a Tito en un número musical donde cantaba metido en una indumentaria negra, a la Betty Page. La canción era el monólogo de Hamlet, en versión rockera. Tito Bajó del escenario y se montó sobre las piernas de mi amigo Chalío sin dejar de cantar. Luego, se levantó y se internó entre el butaquerío. El público reía y aplaudía la letra de la canción. Yo entendía muy poco, pero igual que el público me reí por la manera en que Tito ponía énfasis a una palabra o por la manera en que torcía el cuerpo y la mirada. Y sin embargo… y Tito me fascinaron. A partir de entonces, no perdí ocasión de seguirlo en espectáculos siguientes.
 Vi, años después, algunos trabajos que Tito montaba especialmente para la Semana Cultural Gay que organizaba José María Covarrubias, o montajes cuyas temporadas coincidían con dicha Semana en los que había descuentos en las entradas para todo aquel que dijera que iba de parte de la Semana Cultural. Fue así que vi: Una canción apasionada (1986), Medea (1988), Plastic Surgery (1990), obras cuyos géneros dramáticos eran tan distintos entre sí, pero muy congruentes con la lucha social que Tito asumió dentro y fuera del escenario, una lucha por los derechos civiles de lesbianas y homosexuales. Admiraba, pues, en Tito algo que, junto con mis compañeros universitarios, yo cultivaba: un compromiso con el teatro y la militancia gay. 
El mundo siguió rodando y quiso el azar y Luis Zapata que Tito y yo nos conociéramos, en Cuernavaca, en casa de Luis, en el año de 1992. En esa ocasión le mostré el manuscrito de mi primera obra dramática: Afectuosamente, su comadre. La anécdota de este texto es muy sencilla: La maestra Antonia, anciana, conoce por accidente a Vicky La Diabla, un travesti, y se hacen grandes comadres. Le pedí que lo leyéramos en voz alta. Destapamos un vinito y nos pusimos a leer. Él, como buen actor que es, inmediatamente dio con el tono preciso del personaje de Vicky La Diabla. Al final de la lectura, Tito levantó sus ojotes, abrazó el libreto, y dijo: “¡Qué divertido! ¡Ja, ja, ja! ¡Me encanta!” Luego, adquirió un gesto grave y añadió: “Menos el desenlace. ¡Ay, no, no! ¿Por qué matas a Vicky La Diabla? No seas injusto. Ya basta de tanta matazón a loquitas en este país, por favor. Vicky tan simpática, luchona, alegre y solidaria, ¡y tú al final la eliminas! ¡Óyeme, no! Vicky La Diabla tiene que vivir. Anda, cambia el final y yo la monto.” Tito tenía razón. El teatro no tenía que ser como la vida. Borré el desenlace fatal y fue así que Vicky La Diabla no muere sino que se separa de su comadre, la maestra Antonia, y continúa su viaje rumbo a Tijuana para reunirse con su amado: Arcángel Nava. Tito estrenó la obra de Afectuosamente, con el título de Arcángel, el 12 de febrero de 1993. La puesta en escena significó mucho para mí. Por primera vez se montaba profesionalmente una obra mía por un hombre de teatro que admiraba no sólo por sus cualidades artísticas sino también por su activismo político a favor de las minorías sexuales.
Siempre le agradeceré a Tito Vasconcelos que mi personaje de Vicky La Diabla no haya sido un número más en la lista larga de crímenes por homofobia.

EXPIACIÓN, DESEO Y PECADO.





Déjame decirte que yo también he sido presa de los celos. Hubo un tiempo en que tomaba el celular sólo para preguntarle al novio en turno que con quién diablos se encontraba en ese momento. Y, obviamente, lo harté. A otro galán lo colmé de injurias cuando lo descubrí platicando, cachete contra cachete, con un gordito en una sala de cine. Ganas me sobraban para darle un golpe y mandarlo al hospital. Pero me contuve. Y qué bueno, de lo contrario hoy estaría con la culpa por haberle destruido la cara a un cabrón. ¿Y qué necesidad? Digo esto porque la película que quiero contar tiene que ver precisamente con las decisiones que a veces se toman bajo la influencia de los celos. La peli es inglesa, Expiación, deseo y pecado, (Atonement, 2007), dirigida por Joe Wright, basada en la novela de Ian McEwan.
Quiero primeramente describirte la imagen con que arranca la película; sobre ella aparece el año y el país en que sucede la acción del primer acto, “Inglaterra, 1935”. Ves la fachada de una mansión, desas con mucho ladrillito y  torres en cada esquina. A medida que se aleja la cámara te percatas que la mansión no es otra cosa sino una casa de muñecas. La cámara se aleja más y ves unos animales salvajes, tales como leones, jirafas, changos, rinocerontes; todos son de juguete y muy formaditos parecen salir en estampida de la casa de muñecas con dirección al lugar donde se encuentra Briony (Saoirse Ronan), una jovencita de trece años de edad. Ella redacta ante una máquina de escribir su primer texto dramático. La cámara encuadra a Briony escribiendo el punto final y extrae la cuartilla de la máquina.
Briony está en la edad de la punzada y es escritora; dramaturga, para ser más preciso. Ella es energía y deseo puros como los animalitos que están a sus espaldas. Briony sale de su cuarto y atraviesa la casa para llegar a la recámara de su madre, la señora Tallis, y mostrarle el manuscrito. La señora Tallis le da el visto bueno con halagos, cosa que a Briony la entusiasma y confirma su deseo de montarla con ayuda de sus primos, que ahora se encuentran en casa, y representarla ante su hermano Leon, quien está punto de llegar en compañía de su amigo, un incipiente empresario de barras de chocolate.
Briony tiene una hermana mayor: Cecilia (Keira Knightley). Cecilia y Briony sienten una atracción muy fuerte hacia Robbie (James McAvoy), el hijo de la ama de llaves. Él es de la misma edad de Cecilia; y guapo. Esa misma tarde, poco antes de la llegada del hermano, Briony mira, desde la ventana de su recámara, a su hermana Cecilia que discute con Robbie a la orilla de una fuente del jardín. Ve a su hermana que se desviste y se sumerge al interior de la fuente. Esa imagen llena de intriga a Briony y al espectador también. Más tarde, como en la peli Rashomon, de Kurosawa, la misma anécdota nos será narrada ahora desde otro punto de vista. La razón por la que Cecilia se despoja de sus ropas y se introduce a la fuente es porque el jarrón con flores que llevaba en las manos se rompe, y una oreja del jarrón va a dar al agua; por eso va a por ella ante los ojos atónitos de Robbie. No queriendo la cosa, pues, Cecilia le tira el can al joven, cosa que no le hace ninguna gracia a su hermanita Briony.
Leon llega con el joven empresario; les hacen fiestas de bienvenida y una cena por la noche a la cual es invitado el hijo de la ama de llaves, es decir, Robbie. Robbie se pone a redactar una carta de amor dirigida a Cecilia y termina por escribir dos versiones: una light y otra fuertecita. En la light, le dice lo mismo que dicen todos los mensajes de amor: “Desde que te vi, me enamoré de ti, estás bien bonita, y etecé.” En la fuertecita se le ocurre confesarle a la chica que sueña con besarle su “húmedo y dulce coño.” Y no debió haber escrito dos versiones, porque a la hora de salir de su casa para ir a la mansión de los Tallis, es decir a la casa de Cecilia, cogió no la carta light sino la fuertecita en la que menciona la palabra “húmeda y dulce” que tanto desea besar. El joven cruza los campos verdes británicos y en el camino se encuentra nada más ni nada menos que a la encantadora escritora Briony. Robbie le pide de favor que entregue a Cecilia el mensaje, y la niña le responde que sí, que con mucho gusto y la escuincla morbosa antes de entregarla abre la carta y descubre la confesión prosaica del muchacho.
El joven Robbie toca a la puerta y Cecilia, en un traje color verde y de gran escote en la espalda, corre a abrirle; luego, lo conduce a la bibliotea y allí, contra un librero gigante, se ponen a coger. Se confesaban el amor que siente el uno a la otra cuando se abre de sopetón la puerta y entra Briony quien, entre asustada y resentida, grita: “¡Cecilia!” Cecilia y Robbie se suben los calzones y salen de la biblioteca sin chistarle nada a la chamaca. Briony va a la recámara de sus primos que están de visita y le cuenta a Lola que Robbie es un maniático sexual que se atrevió no sólo a enviarle un mensaje puerco a Cecilia sino que además la violó. Y como si fuera un mal augurio de lo que Briony acaba de contar, a la pobre Lola la violan esa noche en la penumbra del jardín de la casa; y Briony asegura, azuzada por los celos y su vigorosa imaginación, que ella vio con sus propios ojos al violador: Robbie. Un testimonio totalmente falso. Lo que Briony pretende, y lo consigue, es hacerle la vida de cuadros al joven y a su hermana. Esa misma noche a Robbie lo llevan a la cárcel. Y fin del primer acto.
El segundo acto narra las penas que sufre Robbie como soldado en el norte de Francia durante la segunda guerra mundial que, dicho sea de paso, hay un plano secuencia de cinco minutos del ejército inglés después de una batalla a la orilla del mar. Vemos escenas de dolor; pero también de solidaridad entre los soldados.
En el tercer acto nos enteraremos de la vida de Briony como enfermera en un hospital de Londres. Ahora tiene dieciocho años de edad y aún escribe, por las noches en un desván del hospital. Briony ya no es la pequeña caprichosa de una familia aristocrática. Sus rostro ahora se ve compungido, atribulado a razón de la imprudencia que cometió cinco años atrás y que fregó la vida de su hermana y del guapo Robbie. Briony está arrepentida de haber cometido esa falta y quiere expiarla. Busca a Robbie y Robbie le dice hasta de lo que se va a morir. No la perdona. Briony seguirá con la culpa hasta el fin de la película, y más allá.